“No cambiaría nada de mí, de mis decisiones ni de mi pasado, porque me hicieron la persona que soy hoy”.
“No me arrepiento de nada en esta vida”
“Si pudiera hacerlo todo de nuevo, haría exactamente lo mismo”
Pfssssss. Tonterías.
¿Hay acaso alguna mentira más grande que esas frases? Yo creo que no.
Son la clase de cosas que escuchamos y leemos todo el tiempo, en todos lados, y hemos llegado a internalizar como un mantra “positivo”. Arrepentirse está mal y todo, tal y como está, está perfecto porque es lo que es.
Mira, yo seré rara, pero me he arrepentido de una infinidad de cosas en mi vida. De hecho, todos los días tengo algún pequeño arrepentimiento. Que tengan sentido ya es otra cosa, porque ciertamente no se puede cambiar el pasado, y enfrascarse en eso sí que no aporta nada. Pero, oye, es de humanos lamentarse, pensar “pude haberlo hecho mejor” y reflexionar sobre las -malas- decisiones que hemos tomado antes.
Todo esto va un poco de la mano con aquella frasecita de “lo mejor es lo que pasa”, y no. Lo que pasa no siempre es lo mejor. Lo que pasa, a veces, es una auténtica mierda y ya está.
Eso sí.
Decir todo esto no significa que viva en un eterno lamento, porque eso es algo muy distinto al arrepentimiento.
Es más, si somos puristas y vamos al diccionario, arrepentirse implica sentir pesar por algo dicho o hecho (o no dicho, o no hecho) en el pasado, y eso todos lo hemos experimentado alguna vez.
Yo creo que el asunto está en el tiempo que dura y la importancia que se le da a ese “pesar”. Un momento de reflexión está bien, y un poco de humildad para decir “metí la pata” está aún mejor. Ahora, pasarse días, semanas y meses pensando en ese error del pasado ya no está tan chévere, y menos si nos hace paralizarnos. Pero eso no tiene por qué ser así.
Al final, creo que es solo cuestión de palabras y a las personas no les gusta esta porque tiene una connotación fuerte y hasta negativa. Entonces, yo prefiero ser pragmática y darle la bienvenida al arrepentimiento como una forma muy efectiva de aprender a tomar mejores decisiones en el futuro, y no me molesta sentirlo, sin importar lo mal que suene.
Se vale arrepentirse.