- julio 6, 2022
No sé si pienses lo mismo, pero a mí me da la impresión de que tener más “productividad” se ha convertido en ese ideal al que todos aspiramos, pero rara vez alcanzamos, tal como el Correcaminos de Looney Tunes. Y pongo la palabra en comillas porque es un término muy subjetivo y que cuesta mucho definir. Al fin y al cabo, mi forma de ser productiva no tiene que ser igual a la tuya ni la tuya igual a la de nadie más.
La productividad es relativa.
En mi caso, no tengo un flujo constante de tareas, sino que trabajo por proyectos, lo que significa que hay días con picos tremendos y otros en los que un par de horas son suficientes. Entonces la cosa va así: en esos días en los que no hay mucho que hacer me siento insatisfecha, y cuando hay demasiado me siento agobiada, todo me irrita y lloro por cualquier cosa.
Sí, nunca conforme, como la gata Flora (mejor busca tú la referencia, porque el dicho no es nada elegante :P). Y ojo, que no estoy para nada orgullosa de esto, pero es algo con lo que aún estoy lidiando.
Me tomó un poco identificar mi problema, y ahora identificado, me esfuerzo en controlarlo, pero sigo a medio camino. Y el problema es tan simple como común: la sobreestimulación.
Ya sé que no estoy descubriendo el agua tibia y que se trata de algo que nos dicen hasta la saciedad, pero comprobarlo en mí fue revelador. Lo que sucede es que por años he acostumbrado a mi cerebro a tener demasiados estímulos y recibir pequeñas descargas de dopamina de tanto en tanto, al punto de que el pobre no sabe trabajar si no es bajo presión.
Mis tiempos muertos siempre solían estar llenos con algo “productivo”. Un podcast mientras hago ejercicio, un video mientras me baño, otro más mientras como, otro lavando los platos. Genuinamente, creía que no tener ni un solo segundo de descanso era la mejor forma de aprovechar el día, y ni sospechaba que mi incapacidad de concentrarme al trabajar tenía que ver con eso. Pero la energía mental hay que cuidarla, y ahora lo entiendo (aunque no lo domino).
Para mí no ha sido cuestión de despertar a las 5 am o tener un horario planificado minuto a minuto, sino de tener la mente despejada, y eso empieza por algo simple: olvidarme del bendito teléfono. Así sin más.
Todos los días evito pasar demasiado tiempo revisando redes sociales por la mañana y, en cambio, voy directamente a prepararme el desayuno y alistarme para ir a entrenar. Al trabajar también dejo el aparatito del demonio en otra habitación y en modo avión, o por lo menos con datos y wifi apagados. Y durante los descansos intento tan solo reposar la cabeza sobre el escritorio y hacer una minimeditación, tomar o comer algo, o simplemente tomar unos minutos de caminata. ¡Poquitos!
Esas simples acciones han supuesto el “truco productivo” más eficiente de toda mi vida. Y vaya que sé de lo que hablo, porque curiosamente he escrito decenas de artículos sobre el tema y soy una fiel lectora de libros del estilo de Tráguese ese sapo o Siete hábitos de la gente altamente efectiva y similares. Sí sí, es que soy la típica persona que se sabe la teoría de punta a punta, pero le cuesta una vida llevarla a la práctica.
De momento me quedo con esa certeza: mientras menos use el celular, mejor me va. Mente más clara, más concentración y un poco más de voluntad para hacer las cosas.
Solo un poco.
Eso sí, esto no lo tengo dominado ni mucho menos, y hay días en los que sucumbo y me atraganto de redes por ratos larguísimos, para después terminar como ya sé: con la mente a mil e incapaz de enfocarme en una sola cosa. Pero I’m only human after all.
Por lo pronto, mis nuevos “retos productivos” tendrán que ver con concluir lo que comienzo, sin importar el tiempo que tenga disponible para eso, y trabajar mejor por la mañana, cuando parece que a mi cerebro simplemente no le apetece dar lo mejor de sí.
Al final esto es paso a paso, y eso de adoptar diez hábitos nuevos en una semana no le pasa a nadie. O bueno, quizás sí, pero a un privilegiado grupo de personas con voluntad y disciplina de hierro, entre quienes no me incluyo. Por aquí hay una simple mortal.
La idea de contar esto fue principalmente poner mis pensamientos en palabras (como sucede con todas las entradas de esta sección), pero también me da curiosidad saber cómo lo llevan otras personas con este tema. Porque tiene tela que cortar, y mucha.
¿Me cuentas cómo haces para tener más productividad y cuáles son los trucos que te funcionan? Te juro que nadie lo apreciará más que yo.
Nos leemos 🙂
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